La Verità un telón para imaginar…
El atardecer continuaba arrojando anaranjados destellos por el oriente, de azul se teñía una franja de horizonte, la espera creaba una nebulosa con extraños olores intermitentes.
A la caída de ese húmedo atardecer se congregaron numerosos rostros del ámbito, una multitud de estudiantes, ávidos periodistas para presenciar algo especial, cuyos fugaces instantes relataremos.
A través de un laberinto de paisajes sonoros nos deslizamos por una galería, en compañía de los extraordinarios artífices escénicos de La Vèrita.
Detrás un telón de brillante azul ultramar, una bailarina fue presagio de una danza singular, vestidos de muselinas blancos, abanicos de plumas, mostraron una rítmica construcción de lento e instantáneo movimiento,
Contorsión y toque de pieza de ballet, realizó una inaudita pareja de artistas: uno de hueso y otro de madera, de un pequeño escenario rectangular surgió magia y reflexión.
Observamos expresivas notas volátiles extraídas de un piano por un artista rinoceronte, simultáneamente otro rinoceronte hacía flotar partituras de hojas rosas en el aire, a tiempo sobre el piano de cola pintado y difuminado en matices de azul, dos estructuras colocadas permitían erigir numerosos bocetos acrobáticos, de equilibrio invertido sobre manos por una acróbata.
Tres escaleras espirales girando e idénticas a estructuras de ADN de doble hélice, suspendidas en línea vertical fueron empleadas con riesgo y creatividad para cuadros oscilantes de gimnasia acrobática.
Acrobacias y equilibrios de un dueto aéreo sobre trapecio con forma de cubo, balanceo, lentitud y sutileza, no dejo un telón de cálidos colores efervescentes.
Cuadros de danza expuestos tomaban pasos de arabescos, piruetas, cabriolas, saltos, puntas, balanceos y pasos oscilantes, e interesante colorido en indumentaria.
En largos vestidos de terciopelo negro, con olanes rosa y fiucsa, los artistas realizaron un can can intempestivo.
Armónica de cristal y canto exhalaba tenues atardeceres, y reía con canto folklórico. Un corifeo de repente emergía para acompañar una escena o un telón.
Un telón de atardecer en campos de flores, de diente de león, diente de león?, diente de león es pequeña esfera de delicados filamentos que vive en cualquier parte del camino abrigada de sol y lluvia, siempre nos regala la belleza de su flor pálida y transparente y nos permite soñar cuando soplamos al viento sus semillas, para pedir deseos. En este campo sobrevolaba un joven por medio de cintas rojas, creando inimaginables artificios aéreos. Por la tierra corría un niño con aro, que de repente volteaba su vista hacia el cielo.
Lienzos de un personaje con enormes alas, en las mismas resguardaba en secreto todo el ropaje de cuerpo y espíritu de toda época, dos personajes al acercarse saldría convertidos a otro tiempo y a otra identidad. Retornarían y volvería ocurrir y así de continuo…máscaras y disfraces que resguardan la identidad.
Frente a un telón de sombras, en el centro de una circunferencia, un mástil chino permitió la realización de múltiples formatos renovados de equilibrio, agilidad, coordinación e impresionantes figuras horizontales.
Aros aéreos para construcción de figuras, aros girando por el piso, por brazos y piernas, por el aire para crear espirales en dueto.
Rueda cyr, nos hizo recordar al Hombre de Vitruvio, por medio de propulsión y equilibrio, ellos fueron realizando solos, duetos y tríos de combinaciones en estructuración perspectiva.
Esferas que caen y rebotan en un vértigo de sentido y dirección, en malabarismo compartido con telón de escenas de mascaras y personajes.
Artefacto esférico con geometría interna de apoyo, reunió a tres gimnastas acrobáticos colocados en varias direcciones, para surcar velozmente por todo el escenario con numerosas evoluciones de increíble precisión.
Pas de deux en patines, en cinco movimientos con telón en bajo continuo de cajón para 24 manos, en ondas concéntricas de desplazamiento, asombrosos juegos y combinaciones, con un lapso entre movimientos de explosivo cocktail de gritos, a tiempo de un divertido diálogo entre ambos bailarines.
Y el telón de Dalí, a veces presente y a veces ausente, formando parte del entorno, del elenco, de la obra, con su desmesurada grandeza, nos retrotraía a la desventura de Tristán e Isolda, aún después de muertos se relata, de sus tumbas brotaron dos árboles que se entrelazaron y que no pudieron ser separados jamás.
Con artistas de La Verità emprendimos un viaje por distintas superficies estáticas y dinámicas, inanimadas y animadas, respiramos la libertad de movimiento, la precisión, la audacia, la agilidad, la fuerza y el dominio total del cuerpo en el espacio. Observamos en múltiples telones la conjunción armónica de elementos de la naturaleza y del artificio.
Y con volteretas, saltos mortales y piruetas los artistas se despidieron, haciendo que de nuestras butacas nos levantáramos para continuar aplaudiendo. De pronto apareció Daniele, con una playera blanca estampada con una sonrisa compuesta de dos manchas circulares y una línea en negro, con su gran sonrisa y la misma gratitud que desde hace 17 años conocí.
Destellos de una profunda luz creadora y un baluarte de emociones nos otorgaron los artífices de La Verità, nos quedamos con un telón tornasol de dulce sabor de recuerdo, un telón para imaginar, les agradecemos.
Polyphony Journal
P.d Aún pueden acudir a presenciar esta magna función de La Vèrita en Teatro de la Ciudad, en marco conmemorativo de XCVII Aniversario, del 30 de abril al 17 de mayo.