El tiempo transcurre ante una interminable espera y ante la nada.
¿Comedia o tragedia?, ¿ironía o provocación?, ¿expresionismo o realismo?, la obra es una mezcla, que va desengranando estos elementos retóricos. En medio de una transición de escenas casí nula; observamos:
“Un enorme almacén vacío. Muy vacío. Casí completamente vacío. Solo puede verse, en el centro , una mesa sobre la cual hay un teléfono clásico y tres carpetas negras cerradas. Detrás, pegada a la pared, encontramos una máquina de checar con un gran reloj. Un reloj enorme y metálico. Sobre la pared hay dos perchas que sostienen un par de overoles de trabajo azules.” David Desola
Los protagonistas son Lino y Nin. El primero un gruñón veterano encargado del almacén; el segundo, un joven que lo reemplazará en pocos días. El señor Lino debe enseñar a Nin, su rutinario quehacer, en cinco días, que anteceden a su jubilación.
El enfrentamiento constante entre las personalidades de los sujetos va dando forma a la obra, Lino trata de convertir a Nin en un autómata, del importante corporativo “Astas y mástiles de aluminio Salvaleón”. Combinando su despótica autoridad con la constante de frases como: “Vamos a lo que vamos”y ¿estamos?. Usadas hasta la oxidación.
De dos seres triviales disputando su personalidad, trata la obra; el androide Lino plagado del cochambre imaginario de: -lo que se debe- y -lo que no se debe-, de ser como debe ser, como él cree que los demás esperan que sea. Y del futuro encargado: Nin, quien distraído, risueño, ingenioso, todo lo cuestiona y de todo se burla, sabe que las cosas puede ir de cualquier forma, de miles de formas.
Incluso de los engaños telefónicos de Nin, depende el desarrollo de la obra, pensados en dar alicientes al Sr. Lino, previo a su jubilación, que desencadenarán un efecto contraproducente. Mentiras silenciadas en complicidad entre el jefe y los empleados, ambas partes fingen un juego real y se comportan en consonancia.
Los personajes de los overoles azules, uno sano y otro enfermo, al paso de los días sabrán que el almacén ya no cumple ninguna función, que es solo una fachada. Al final se revelará que en el almacén hay un empleado enajenado que se miente a sí mismo y recibe un salario durante 29 años por no hacer nada, y un joven que aspira a seguir sus pasos, aunque es advertido por Lino, para cambiar de rumbo, de vida, no reacciona. Aunque en Lino el proceso si se revierte. Hay un intercambio de roles.
Se considera el trabajo por necesidad, sin alternativa, cuando toda puerta queda cerrada, por mera subsistencia; que entraña además falta de seguridad y un futuro incierto. Un alto precio a pagar por defender la supervivencia básica.
Una tarea rutinaria, repetitiva, monótona, que no deja margen a la iniciativa ni presenta desafío u oportunidad de poner a prueba ingenio o sagacidad, es lo que se presenta.
La obra se encuentra a medio camino entre un expresionismo simbólico y un realismo crítico. Por otro lado nos hace recordar el adagio Sartreano: “El ser humano se define por la acción, es lo que se hace, de lo que hicieron de él”.
“Porque antes de que comencemos a tomar nuestras propias decisiones, algo que también es cuestionable, ya la cultura nos ha dado un idioma, una religión, una visión del mundo y un contexto social con el que estamos obligados a existir”. Sartre J.P.
La obra nos deja escuchar una oda anacrónica a la barbarie del capitalismo que lleva años instaurada, a la substitución del hombre por la máquina, a la precariedad laboral, a la falta de oportunidades para desarrollar proyectos trascendentes, a la anulación de la personalidad de los seres para convertirlos en androides o desecharlos.
“Nihil novum sub sole”.
Sobre el tema y retomando a Zygmunt Bauman, él refiere que el sentimiento dominante hoy en día es lo que los alemanes llaman “Unsicherheit”, se pronuncia (unziçahait). Y emplea el término alemán por la enorme complejidad de utilizar tres palabras para traducirlo: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad. Aunque se podría traducir también como “precariedad”. Es un sentimiento de inestabilidad asociado a la desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza. Desaparece la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad”. Y es ese el mundo en que vivimos y viviremos si nos mantenemos cómodamente indiferentes.
Recordemos que significa ser indiferente en italiano, la palabra usada es: cobarde. Y a los cobardes, Dante los castiga duramente ubicándolos en el vestíbulo del Infierno. Están allí porque no se comprometieron, porque no tomaron partido, porque vivieron para sí mismos y para su propia comodidad. No tuvieron la valentía de hacer el mal ni tampoco el bien, por eso no existen ni para Dios, ni para el Diablo, ni tampoco para el mundo. Son almas que no supieron jugarse por nada más que por ellos mismos y, aunque prefieren el Infierno en vez del anonimato, el olvido será su castigo.
Como podrán observar en las fotos, Lino porta una máscara, al final se nos refirió ha estado en el rostro del personaje Lino por diez años (durante las funciones), cuando era interpretado por Hector Bonilla, creemos que no es necesaria, se pierde toda la expresividad del rostro y nos priva de observar en conjunto al personaje, de ver un mayor o menor calibre actoral, del actor en turno Fernando Bonilla. Por otro lado Nin, es interpretado por Sergio Bonilla, un personaje que aporta frescura, interrogantes y humor.
La obra fue ganadora del premio Hermanos Machado en 2002, y celebra su séptima temporada tras 10 años de éxito en escenarios mexicanos. Sergio y Fernando Bonilla rinden un homenaje con este montaje a su padre, Héctor Bonilla, quien interpretó el papel de Lino por una década.
La obra es del dramaturgo David Desola, guionista de la película de Netflix "El Hoyo"; Fernando Bonilla en la adaptación, dirección y actuación, al lado de Sergio Bonilla; Gabriel Zapata en producción general; Alberto Lomnitz en diseño de iluminación; MariCarmen Núñez Utrilla en producción ejecutiva; Miguel Alejandro León como asistente de dirección; diseño sonoro y gráfico, escenografía, utilería y vestuario a cargo de la Compañía Puño de Tierra.
Muy corta temporada del 4 al 26 de junio, sábados 19:00 h y domingos 18:00 h.
Teatro Helénico
Boleto: $260
Material fotográfico y texto deTempus Telegraph