Danza hacia la obscuridad, danza del inframundo, danza en reacción a ruinas y destrucción, a una guerra de devastación a sangre y fuego, ante la desolación de inmensas extensiones vueltas ceniza. Ante la inmensa perdida de vida humana, surge el Butoh, en su raíz, danza (bu) y golpear la tierra (toh). Para recobrar el cuerpo desaparecido, exterminado.
Danza, para crear conciencia de humanidad y poner en escena lo que no se quería ver, lo que continúa provocado el hombre en la tierra, la destrucción absoluta. Para rememorar la tragedia del primer bombardeo nuclear del 6 y 9 de agosto de 1945, en Hiroshima y Nagasaki. Y el holocausto de fuego, el múltiple bombardeo de Tokio, Nagoya, Osaka y Kobe con bombas incendiarias y de napalm, que causó más perdidas humanas que las dos bombas atómicas juntas, un genocidio, sin ningún fin militar, solo acabar con la población. La inminente rendición de Japón ante tales sucesos inenarrables, con la posterior atroz y escalofriante ocupación e invasión. Incontable sufrimiento y perdida para los nipones, en lo material y lo espiritual.
Kenzaburo Oé nos dicta una lección sobre ese cobarde y provocado acontecimiento nuclear: “que salvemos siempre la dignidad del hombre y sepamos que el Infierno lo puede generar el hombre".
Paso intermedio entre la danza y el teatro, el Butoh va mas allá, es una lucha en resistencia por la libertad de forma: espiritual, mental y corporal, que todo individuo debería proclamar.
Un presagio y una intención por el rescate y retorno a las raíces primigenias del ser humano, a su vitalidad, miedos, pasiones, al entorno primitivo de la tierra, sin represión alguna.
Es una búsqueda para crear un camino hacia las pulsiones y las huellas remotas (memoria mineral, vegetal, animal, humana, personal, cósmica), despojadas del determinismo físico y espiritual de lo histórico-cultural.
“Exponiendo la conciencia sin control, presencia sin propósito, intuición cósmica, regreso al origen, experiencia existencial, despolarización de las dicotomías vida-muerte, bello-feo, deseo-rechazo, amor-odio, sujeto-objeto, personal-universal. Temporalidad vertical, ser uno con el cosmos. La danza sin estilo, un vitalismo salvaje. Mil intentos del lenguaje para abordar lo innombrable: el enigma ontológico del Butoh.”
El pueblo japonés cree que los dioses ocupan un espacio vacío, un punto inmóvil en medio del cambio. Entonces, a través de ese silencio de lo personal, fruto del despojo, es cuando el cuerpo se pone a hablar su propio lenguaje y hace visible lo invisible.
El Butoh juega y conjugan elementos de Oriente como: teatro Noh, Kabuki, el movimiento de campesinos en plantaciones de arroz, danzas rurales japonesas, artes marciales, taoísmo, zen y escritores como Mishima. Abarca una amplia temática e incorpora nociones fundamentales de la existencia (vida, muerte, ancestros, nacimiento, figuras, objetos, criaturas múltiples, insectos, personajes, etc.). Elementos que se exploran mediante la disposición a la vacuidad y a la escucha sutil del cuerpo. Y es en esa transformación, por medio de la transición de estados, que acontece la danza - teatro y el bailarín-actor.
Para expresar y danzar Butoh hay que estar disponible al advenimiento de una sensación y permitir su trayecto por el cuerpo. Afinar, desprendido del ego y la intención, la escucha desde el vacío, para permitir emerger la intensidad que nos atraviesa, dibujando la danza en un más allá de todo lo conocido.
Captar y expresar la poética inconsciente del cuerpo mismo, donde este no es una herramienta de expresión sino la materia misma de un acontecer cuya forma está en constante devenir y transformación.
Escuchar el paisaje interior propio y hacer un canal de fuerza, potencia y dirección. No diferenciado del entorno, y permitir ser movido, encarnado, tomado, rehecho. Revelar en un presente absoluto la creación de nuevos sentidos que se multiplican, transcurren, claramente intensos pero no cristalizados, recuperando el enigma de la vida.
El Butoh representaría volver a lo real y a lo sincero de cada uno. Además, cuentan que la danza requiere un estado mental particular, la unión del cuerpo, de los huesos con la mente y con el alma. Nace desde el vacío, ese lugar en donde no se piensa y sólo fluye. Fluye con movimientos lentos, bruscos, tercos o suaves. Fluye con el cuerpo en silencio.
Observemos la danza, un cuerpo vivo, se contrae en cada movimiento, huesos a flor de piel, desplazamientos lentos, casi imperceptibles, en silencio. Escuchemos música, guía del movimiento de las extremidades, y comienzan a temblar. Las manos tocan la oscuridad con delicadeza, se hacen espacio en el aire para asir una flor invisible, y contemplarla. El pecho primero se relaja, luego percibe y por último esculpe su verdad: el intérprete se vacía y entrega todo su dolor a los espectadores; la expresión más pura de la danza de la oscuridad, de las tinieblas, el baile con los muertos, el enigma del Butoh.
Se dice que las sombras de los vivos bailan al mismo compás que las de los muertos, no sólo con almas conocidas, sino también con las de todos. Es habitual que alguien que está viendo la danza pueda imaginar que hay dos o más personas bailando, aunque en el escenario sólo se ve una. El artista se maquilla de blanco. Algunos dicen que es por la tradición del teatro asiático, otros, por la relación que tiene este baile con los cuerpos muertos, y están los que sostienen que el maquillaje se usa para “borrarse” la cara y la piel.
Los invitamos a presenciar esta danza catártica, homenaje, danza teatral para que la memoria de los desaparecidos no se olvidé jamás.
La presentación dancística de Butoh “Involución mutante” se expondrá en la -Plaza Ángel Salas- del "Centro Cultural del Bosque" el miércoles 18 de octubre a las 17:30 horas. Ambas actividades se realizan a través del grupo artístico "Cromos de la niebla" y la "Coordinación Nacional de Danza" del "Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura" (INBAL). Estancias bienales en México. Yumiko Yoshioka es una de las mejores exponentes de la danza Butoh quien desde su primera visita a México en 2004 se sintió identificada con la cultura prehispánica y la mexicana.
Involución mutante es resultado del taller de la maestra y una creación en la que participan artistas mexicanos, como Claudia Cabrera y Marina Vera. “Es una obra que nos permite sacar los monstruos que lleva la gente pero que en realidad son nuestra identidad. Hay una parte de todos los seres que al no ser tan bella, etérea e ideal, reprimimos y en la obra, además de las transformaciones que queremos poner en escena, queremos poner esas partes que no son tan oscuras, pero son tan válidas como las aceptadas socialmente".
La forma de trabajar de la maestra Yumiko Yoshioka se define por su trabajo con elementos plásticos. A través del "Festival de Danza Butoh Exit" fundado por la bailarina, invita a maestros de danza Butoh y de otras disciplinas artísticas que dan elementos a su trabajo. Es muy interesante su propuesta femenina porque no tiene impedimento de poner toda la feminidad en su gama, desesperación, coraje, fuerza, sensibilidad y timidez. Para la actriz Marina Vera, la danza Butoh actualmente tiene mayor difusión en nuestra ciudad, a diferencia de hace un par de años que no era tan conocida. “La danza Butoh con todo y la popularidad que tiene ahora, sigue siendo una danza exótica y ahora es más promovida sin llegar a ser popular o que la gente sienta familiar”. Con estas actividades Yumiko Yoshioka cierra la gira 2019 después de presentarse en Xalapa, Mérida, Guadalajara y Guanajuato.
La Mtra. Yoshioka dice que el Butoh es una oportunidad para cultivar la semilla del cuidado y la conciencia que habita dentro de cada uno de nosotros.